Cuidar las herramientas
Hace tres semanas estaba sentado en la barra de Tasende. Mientras esperaba mis dos porciones de pizza al tacho no podía dejar de admirar la destreza del maestro pizzero con sus herramientas. Trozaba pizza y fainá, en porciones simétricas, en menos de 5 segundos cada una.
Fui a Tasende por recomendación de los agentes de aduana a los que unas horas antes estaba explicando que las herramientas que traía en la valija no eran nuevas. Son las herramientas que uso todos los días, lucen así porque trato de cuidarlas lo mejor posible.
Una de las preguntas que surgió durante el seminario de ebanistería que di en Carpintería Peña fue cuál es la rutina que sigo para mantener mis herramientas en buen estado. Lo cierto es que no hago nada especial, de hecho presencié a varios colegas realizar exactamente el mismo ritual: dedicar el úlimo momento del día a limpiar, lubricar y retornar las herramientas a su lugar.
Hay una conexión especial entre el artesano y sus herramientas. Una buena herramienta nos permite disfrutar más nuestro trabajo y obtener mejores resultados. Es además un objeto costoso, ya sea económicamente o en relación al tiempo que le dedicamos a ponerla a punto y que funcione como queremos. Cuidarla, limpiarla, afilarla, son tareas necesarias para que siga funcionando así. Por eso me gustaría contarles los cuidados que suelo tener según la frecuencia con la que los realizo.
Luego de afilar la cuchilla de un cepillo la seco y aceito bien, lo mismo con el contrafilo. Aprovecho que la herramienta está desarmada para quitar el polvo y aserrín que se va juntando en la cama.
Antes de guardarla hasta el día siguiente repaso cada herramienta con una brocha para quitar el polvo, aserrín y virutas que se fueron acumulando con el uso. Luego quito marcas de dedos y aplico una fina capa de aceite sobre las superficies de acero o hierro. En un cepillo sería la base y los lados, en un serrucho o un formón la hoja. Para esto uso una lata con un trapo enrollado dentro el cual está embebido en aceite1. Tanto el polvo, el agua, como las marcas de dedos pueden generar óxido, por eso es importante limpiar, secar y aceitar bien cada herramienta para evitarlo.
Una vez cada tanto quito la cama del cepillo para limpiar el aserrín y el polvo que se fue juntando debajo y aplico aceite a las superficies de contacto entre esta y la base. Aprovecho también para lubricar los tornillos. Si detecto óxido lo quito usando lana de acero o un paño abrasivo verde Scotch Brite.
La noche que volví de Uruguay pasé por Burgio. Mientras esperaba mi fugazzetta no podía dejar de admirar la destreza del maestro pizzero con sus herramientas. Cortaba pizza y fainá, en porciones simétricas, en menos de 5 segundos cada una.
Hasta la próxima,
Hernán.
También conocido como “borracho”. Uso aceite multiuso. Cualquier aceite liviano sirve, no recomiendo aceite de lino, nuez, tung ni ninguno que seque.